martes, 28 de mayo de 2013

Desde los ojos de un Gato ( Relato )
















Me esfuerzo en ver claramente, pero solo veo luz a medias. Algo que me ardió y entro en mi ojo izquierdo no me deja abrirlo. Aun así sigo arrastrándome buscando a Mamá.
No se como sucedió, pero de pronto fui desprendido de ella cuando me alimentaba.

Tengo frío y también hambre. Solo quiero volver con Mamá ¿En donde estará? ¿Por qué se aparto de mi?.

Hay mucho ruido a mi alrededor, tengo miedo. Intento ir más rápido y mas lejos, tratando a duras penas de emitir sonidos guturales, en vano. Mantengo la esperanza de que Mamá venga por mí.

De repente cuando me detuve para descansar, percibí un pelaje y un olor que no me era familiar. Otra vez tuve miedo, quise escapar rápidamente, pasando por la hierva, alcanzando a ver con mi único ojo que podía abrir. Un espacio oscuro donde podría ocultarme. Fácilmente me escondí ahí, al sentir tranquilidad y seguridad poco a poco todo lo vi oscuro.

Algo muy grande y desconocido me elevo muy alto y me envolvió con un pelaje sin olor y mas áspero, el cual me proporcionaba calor. Tenia algo de temor, por eso no abrí ese único ojo, hasta que probé alimento, era tan cálido, igual al de Mamá. Desesperadamente trague ese liquido, aunque era diferente, podía sentir esa envolvente calidez ¿Eres tu Mama?... ¿Mamá ha vuelto por mi?.




De vez en cuando escuchaba sonidos, mucho ruido, como si algunos igual a Mamá pasaran cerca y me asecharan, eso me hacia estremecer. Aumentaba el miedo cuando algo gigante me rozaba, pero no parecía peligroso.

Algo empapo con tibieza mi ojo que dolía y no podía despegar. Viéndome posteriormente en algo  esponjoso y suave donde podía descansar.

Sentí esa misma humedad en mi ojo cerrado un par de veces, hasta que finalmente el dolor desapareció y logre separar ese lado y con claridad pude ver a Mamá. Ella me sostenía y me veía fijamente, sus ojos eran muy grandes. Nunca imagine que Mamá fuera tan enorme e irradiara tanta luz. Lleve mi patita hacia sus ojos lentamente pero ella emitió un sonido extraño y me movió a un lado, apretándome ligeramente.
Me siento tan contento de tener a Mamá de nuevo conmigo, ya no tengo frío, ni hambre, tampoco miedo, mi ojo ya no arde. Mi Mamá vino por mi.


Tiempo después.

– ¡Dante!


Así me llamaba Mamá y toda mi familia. Yo solo los veo, aveces me acerco, solo cuando quiero. ¿Por qué no puedo ser tan grande como ellos? Siempre se inclinan para verme, saludarme o tocarme. Los quiero, pero de vez en cuando, necesito mi espacio así que me brinco la barda de casa y me voy a explorar los alrededores. Fuera y dentro de casa, soy el líder de mi manada, debo atender a ambas. La única diferencia es que, los de afuera están a mi altura y no son tan empalagosos, incluso, creo que se parecen un poco mas a mi.
En las noches yo y mi enemigo peleamos en la calle. Cuando se vuelve a ver la luz, Mamá preocupada al ver mis heridas, otra vez trae sus cosas raras y trata de curarme, luego me da agua. Siempre ha sido así de exagerada, con mi lengua basta. Continuamente me quita hasta el mas mínimo dolor, así ha sido perpetuamente.

Por las mañanas me gusta salir a ver a la amiga de Mamá, que es igual de gigante que ella. No se que tanto es lo que hace con las plantas y hiervas del jardín que da a la calle, pero es muy hermosa, siempre me habla, aunque no pueda responderle como quisiera. Solamente puedo mirarla.

Odio cuando ella me grita, diciéndome que vuelva con ella, cada que cruzo la calle ¿Cual es el problema? Todas las noches lo hago y no pasa nada. Todo mundo es tan exagerado.


Como es casual, Mamá juega conmigo, mostrándome colores y cosas muy llamativas que se mueven captando mi atención, no puedo evitar tratar de atraparlas o quitárselas, aunque ella me siga hablando y tratando como a un bebé. ¿Que no entiende que somos iguales? La única diferencia es el tamaño, eso es todo.
Se que es mi Mamá, pero aveces no me gusta su olor, es por eso que limpio su piel, para compartir mi olor con ella.




Hoy esta muy rara, me cargo como siempre y hacia un ruido extraño, me miraba diferente y después empezó a salir agua de sus ojos ¿Que le sucede?. No sabia que hacer, pero veía que esa agua le molestaba, ya que insistentemente la limpiaba con sus manos. Intente ayudarla viéndola directamente, pude ver como seguía saliendo esa agua y me acerque a limpiarla con mi lengua. Poniendo mi pata delantera en su cara, como tratando de preguntarle y hablarle, pero no puedo hacerlo como ella. No se que tiene ni que hice pero, después dejo de hacer ese sonido extraño y me  apretó con sus brazos. Yo quería hacer lo mismo pero, no soy tan grande como Mamá. Odio eso, solo puedo dejar que lo haga.


Desde muy temprano, aproveche que Mamá seguía dormida, para salir a ver a su amiga. Ella despertaba casi a la misma hora que yo y siempre iba al jardín que daba a la calle para mojar con agua las plantas y cortarlas. Yo disfrutaba verla, era muy entretenido, aveces sentía ganas de hacer lo que hacia ella, y el resto de mi familia pero por mas que lo intentara era imposible.
El viento que pasaba moviendo esos hilos largos de su cabeza al igual que las hiervas de su alrededor era divinamente precioso. De nuevo volvió a mi esa tentación, ese deseo, de cruzar la calle, siempre he tenido la curiosidad de ¿Que hay al otro lado? Cuando hay luz, ¿Por qué me lo prohíben?.
Espere a que la amiga de Mamá entrara a casa para aproximarme y atravesar la calle, estaba tan sorprendido de haber logrado cruzarla que me quede en el otro lado admirando mi casa desde ahí, justo como lo hacia todas las noches. No note mucha diferencia, era exactamente lo mismo.


Escuche mucho ruido y voltee a ver que era. Parecía una caja enorme que se movía y venia hacia mi. Alcance a oír la voz de la amiga de Mamá.



– ¡Dante! ¡Ven! ¡Ven Dante!


Me apure a ir hacia ella, pero esa ruidosa caja me empujo y aplasto con un gigantesco peso, escuchando el crujir de mi interior, acompañado de un intenso dolor insoportable. Esa gran caja paso de mi. Por eso odio ser pequeño. Dolía tanto, pero no podía emitir sonidos –Es mudo– Para que Mamá me escuchará. Me era imposible moverme. Necesito a Mamá, ella que siempre me quita todo dolor, toda incomodidad.
Algo colorido salio de mis cavidades, no podía respirar, se me dificultaba hacerlo cada vez mas. Mis ojos se cerraban pero nuevamente algo me elevo. Y hacia un ruido extraño, parecido al que emitía Mamá aquel día. Pero ella no es Mamá, olía a su amiga, ella me hablaba como siempre. Quiero ir con Mamá pero no puedo moverme. ¡Déjame! ¡Tengo que ir con ella, ella me quitara este dolor!.


Mis ojos estaban por cerrarse completamente, por mas que hiciera un esfuerzo no podía mantenerlos muy abiertos. Estando en los brazos de la amiga de Mamá que hacia mucho ruido, a ella le pasaba lo mismo que le paso a Mamá, brotaban gotas de agua de sus ojos, pero no puedo apretarla, mi cuerpo no responde, mi respiración es lenta. El dolor era grande y permanecía, no se iba. Afortunadamente escuche la voz de Mamá.

– ¡Dante!

Me llamaba de nuevo, aunque sonaba diferente, pude estar tranquilo. Estoy con Mamá. Cerré mis ojos. Confió en que Mamá me quitara este dolor.

Y así fue. Pude descansar una vez más, tranquilamente.











........................Dedicado a mi Gato Dante, esa alma sensitiva que tanto ame :´)... Espérame. 






1 comentario:

  1. Una historia sin duda muy llegadora.. Me trae recuerdos... Gracias por compartir. Escribes con pasión, sigue así. Saludos!

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