martes, 25 de febrero de 2014

Hilo Rojo [ Capitulo 4 ]








                                 Capitulo-4












La memoria fotográfica que posee Victoria, le hace recordar claramente el rostro de ese joven. Claro…lo había visto en el restaurante.  Será mejor relajarse si no quiere que esa opresión en su pecho aumente.

—Solo déjala en paz…

Responde José viendo fijo al señor de barba medio cana. El esposo de Vicky, suelta su brazo y sonríe con descaro.

—A ti esto no te incumbe. —vuelve su vista a su esposa— ¡Anda! ¡Que se me hará tarde! —grita dándole un leve empujón.

La chica de melena como el cobre, baja su mirada y obediente sujeta el carro de compras para avanzar.
Esa es la gota que derramó el vaso, para José. Ni siquiera sabe que no es la primera vez, que ha visto a esa mujer siendo agredida por él, y en público. Ni se imagina lo que acaba de “accionar” en sus adentros. Y le quema, le quema tanto como el fuego.
Impacta su puño contra el perfil de ese hombre, notablemente más viejo que ella. Antes de que pudiera dar un paso más.

¿Ha perdido el control? ¿O la tolerancia? Es más… ¿Por qué reacciona así? No acostumbra defender a alguien, ni siquiera a personas que para el son importantes. Tampoco simula ser algún tipo de héroe… simplemente le nació, ese hombre lo ha provocado, es todo. A pesar de que la chica es una completa desconocida, y por más extraño que parezca; el encontrársela varias veces, el coincidir en los mismos lugares…

—¿Pero qué mier…? —el hombre toca con su mano su nariz viendo una pequeña mancha roja en sus dedos.

José está cargado de coraje, hasta la piel de su cara se ha colorado. El esposo de Vicky poco a poco empieza a verse igual que José.
La chica no alcanzó a ver el golpe, pero si su reacción, la sangre, y como comienzan a verse tensos. La expresión en sus rostros se endurece. Sí… indudablemente están por matarse.
Ella se limita a observar, no puede hacer nada para detenerlos, no puede hacer nada al respecto.  

Uno de los empleados había notado el conflicto y trajo a tres hombres de “seguridad” de la tienda. Los guardias caminan hacia ellos con autoridad y firmeza.

—Señores ¿Está todo bien?

Si no hubiera sido por que la voz del guardia llegó a oídos de José. Se hubiese lanzado a pelear con ese sujeto tan molesto. Que basta con ver los ojos de aquella chica, para saber que la hace sufrir una vida terrible, y eso, no es justo para nadie. ¿Le importa? ¿De verdad le importa? ¿Qué sucede con él?

Ni uno ni otro podían responder. Cada uno hacia su propio esfuerzo en disimular su furia y ganas de iniciar un pleito.
Eso le afectaría más a José, por ser famoso ¿Cuántos rumores  y chismes, reales y falsos se crearían si esta situación crece? Quizá no sea tan importante para él lo que digan los medios o la gente, pero no conviene ahora, justo ahora que están preparando un nuevo material. Ya que eso le traería problemas, y es lo que menos quiere. No es nada inspirador, perder la paz.

—No pasa nada… —se escucha la voz tímida de Vicky.

Se ha atrevido a contestar por ellos, y muestra una sonrisa, que tal vez no sea tan natural por culpa de sus nervios pero, es lo mejor que puede hacer.
El pequeño rastro de sangre en la nariz del esposo de Vicky, que por su alteración no prestó atención y limpió. Es algo tan claro, que los guardias no pueden pasar por alto, en verdad se ha desenvuelto un conflicto. Seguramente por asuntos personales, por lo que los guardias prefieren no intervenir o hacerlo más grande, ya que sería exagerado. Toman su distancia y se ponen a charlar sin quitarles los ojos de encima, deben cerciorarse de que se calmen y todo vaya bien.

No están en el lugar indicado para enfrentarse. Eso es frustrante y desesperante para José, así le es imposible darle una lección a ese bastardo. No sabe que más hacer, ni porque lo hizo. Fue tan… natural.
Lo deja ir con esa mujer….
Por supuesto que no será suficiente con un golpe. Pero no puede hacer más…aparte. ¿Quién es ella?



Ha puesto especial atención en cada marca, cada señal del maltrato de su marido. Gracias a Dios no son golpes tan graves o intensos. Pero si hay abuso, si hay violencia…
Sigue maquillándose como normalmente hace. Soportarlo todo, aguantarlo todo…para no sentir la soledad. Esa inseguridad de creer que ningún otro hombre la va a querer por ser estéril. El pensar que es mejor que estar sola. Es lo que la amarra a él, la aprisiona a él. Está tan cegada por sus creencias que para ella esto no es sufrir, simplemente es algo que tiene que pasar. Su esposo no es alguien perfecto, así como ella no es una mujer perfecta.
Es incapaz de dar vida. Eso que distingue a una mujer de un hombre…y es bastante débil, con su padecimiento de asma, es un milagro que siga viva y aparte vaya a trabajar. Si no fuera por esos medicamentos y el tratamiento, por ese inhalador… desde cuando que estaría bajo tierra.
Pero esto… ¿es vivir o sobrevivir?



Como suele hacerlo cada día libre, mientras su esposo se encuentra trabajando. Ha ido en taxi, hasta la lujosa casa de Akiva y le ha llevado algo. Al bajar del taxi llevando en manos una caja con un lazo azul, llega a la puerta y toca el timbre.  
Una señora de facciones asiáticas, pero vestida como criada, le da la bienvenida a la morada. Al adentrarse a la casa con diseño oriental en decoración. —el solo entrar es sentirte en Japón. Conserva la esencia— Le es muy agradable y acogedor.
Justo el día en el que Vicky descansa, “curiosamente” Akiva también y es común que la espere en la sala principal.
Esta vez, lee un libro de pasta dura mientras degusta de un frio té asiático. Al escuchar los delicados pasos de Vicky, que conoce muy bien. Deja el libro y su taza en la mesa de centro, para levantarse y con una amplia sonrisa, le ofrece una reverencia como es su costumbre.

—Hola Victoria —con voz amable.
—Akiva.

Su rostro se ilumina claramente al verlo, y su corazón se inquieta. Siempre la hace sentir así.

—Te…he traído algo. —extiende sus brazos ante él, exponiendo la caja del lazo azul-
—Como siempre. Que gusto… aunque te he dicho muchas veces, que no lo hagas, no es necesario.
—Pero, yo quiero traerte algo. Es lo menos que puedo hacer.

«Solo haces que me enamore más de ti. » Piensa Akiva. Pero lo guarda para sí mismo.

El japonés sabe que Vicky está casada, por eso retiene sus sentimientos, sus ganas de confesárselo todo, como debería. Le guarda respeto.
Lo que desconoce es la violencia en la que vive la chica. Nunca lo ha descubierto, porque también respeta su vida íntima, por lo que no le formula muchas preguntas al respecto.

—Bien… —con sus manos acepta la caja sonriente— ¿Quieres sentarte? —con un ademán le indica.

Vicky asiente con su cabeza.


—¿Por qué dices que es lo menos que puedes hacer? Tú no me debes nada, en lo absoluto.

Conversan en tanto la sirvienta de cierta edad, les pone a su alcance unos bocadillos dulces y visualmente llamativos, coloridos, el solo verlos se antojan. ¿Algún postre japonés?
Y les sirve un exquisito té caliente para acompañar.

Están sentados en el mismo sofá color gris, prueba de la confianza que se tienen. ¿De verdad es tanta su confianza? ¿Entonces, por qué Vicky es incapaz de revelarle lo de su marido?

—Claro que sí. Yo…soy muy torpe en el trabajo. La peor empleada que tiene. Siempre usted me está ayudando, me cuida. —sintiendo sus mejillas arder y más al ver los rasgados pero atrayentes ojos de su interlocutor.
—Ese es mi deber, soy el encargado ¿no? —frota su mano sobre la cabeza de la chica con gentileza.
—Sí pero… solo lo hace conmigo. —baja su mirada algo apenada.

Akiva carraspea apropósito y le da un trago a su té, enfocando su mirada en los pequeños pastelillos.

—Son deliciosos.

Es más que evidente su escape al tema de conversación, que resulta más que incomoda. No sabe cómo responder. Con una sonrisa leve coge uno de los postres y lo acerca a los labios de Vicky.

—Pruébalos. Te gustarán estoy seguro.

Vicky abre sus labios solo para morder sin ganas el pastelillo. Saborea y sus ojos se hacen grandes.

—Son riquísimos ¡es verdad!

Entusiasmada toma uno por su cuenta y lo devora en un bocado. Con la boca ocupada, sus mejillas se ven algo infladas.

El joven japonés disfruta verla. Se ve tan linda, tan dulce, aún más dulce que los bocadillos que comen juntos.



Aquel acto…aquel acto que realizo el joven para defenderla no lo ha olvidado. Está muy presente en su mente. Revoloteando por su cabeza, la imagen, la escena, que vuelve a recordar una y otra vez, dando vueltas.
Como si haya sido tan importante o de mucha ayuda, de todos modos cuando regresaron a casa. La agresión se hizo presente y su esposo le pregunto y pregunto: “¿Lo conoces?” “¿Acaso lo conoces? ¿Es tu novio? ¿Estás saliendo con él verdad?”.
Como era de esperarse, sus celos salieron a flote. Pero si lo único que hizo fue empeorar las cosas ¿Por qué siente la necesidad de agradecerle? ¿Será que ha sido el primero que la defiende de su esposo? Y no tuvo la oportunidad de decirle “gracias”. Ella usualmente agradece hasta lo más mínimo. Entonces… es por eso, que no puede estar tranquila, está muy inquieta y se le nota. Su única esperanza es que algún día vuelva a restaurante, pero aquella vez no se veía muy contento, incluso lucía incomodo, diferente a lo que veía en las caras de sus acompañantes. Tiene que olvidarlo.



Anochece en la ciudad de San Pedro. El viento que lentamente se trae las nubes,  el aire que se siente y respira espeso de humedad. Indica una posible lluvia. Pero en Monterrey no puedes estar seguro de los cambios climáticos.
Se ha presentado la oportunidad, José tenía tantas ganas de reunirse con sus amistades más allegadas y claro entre ellos están también sus compañeros y amigos del grupo.

José está feliz, porque terminó la letra de una canción hace poco, y está trabajando en otra. De hecho cada uno de los integrantes se encuentra trabajando por su lado. Aunque se han juntado pocas veces para discutir sobre el Álbum y exponer ideas. Esta noche quieren relajarse, y dejar el asunto de la creación del álbum que aún no tiene nombre, para después. José sabe que debe beber para olvidarlo todo, sobre todo a esa chica que lo atormenta, porque le preocupa ¿Le preocupa?

Las jugosas y gruesas piezas de carne para asar están en la parrilla, siendo atendida por uno de los amigos de José. El joven voltea la carne cando es necesario, habla con otros más y ríen. El alcohol y algunas chicas no pueden faltar.
La música regional suena a un volumen considerado, en el jardín de casa de José, con vista al cerro de la silla, que a pesar de ser noche puede distinguirse a lo lejos.
El anfitrión se ha quedado en compañía de dos amigos; Arturo y Gabriel. Ahí en pie, como la mayoría. El resto de Panda, está por su lado.

—…Sí, y era grande, como de 3 metros. Y entonces dijimos; ¡Ah! No puede ser…

Contaba Gabo sin parar. Habla mucho y con energía, además cada palabra la expresa hasta con sus manos. Como es usual en él. José y Arturo lo escuchan y emiten breves risas.
Se la están pasando muy bien y eso es más que claro. Cuando un par de chicas, de las pocas que han asistido “amigas” de José y Gabo, pasa frente a ellos con vasos de cristal casi vacíos y meneando su cadera a un lado y a otro en cada paso.
Arturo le lanza una mirada a José y levanta sus cejas como diciendo “Mira, están bien buenas”

—Tal vez me dé un gustito hoy güey. —comenta José terminando su Whisky de un trago.

Y gira su cabeza hacia atrás para alcanzar a ver la buena zona trasera de las chicas.

—Pues sobres güey. Tú que sigues soltero aprovecha. —dice Arturo con una sonrisa de complicidad. Revienta en carcajadas— ¡A la mierda yo también lo haré!

Gabo los escucha y se pone muy intranquilo, ya que le encanta hablar pero no comparte sus mismos deseos, así que sin más lleva a sus labios la copa de vino tragando lentamente.

—No me jodas güey. —con un gesto de perplejidad— ¿Ya todos tienen novia o qué onda?
—Sip. —suelta una carcajada resonante.
—No lo sabía. No me lo dijeron. —relaja sus facciones, restándole importancia.

Aún así se adueña de él la “presión”. Ya todo Panda tiene novia, excepto él. Aunque nunca le ha importado “una pareja formar y estable” A veces se siente…raro.

—Ya vengo, traeré una botella de Whisky. —se dirige Gabo a su amigo José con una sonrisa.
—Sí por favor Gabo.

Gabriel sin querer se queda hablando con tres chicas regias, de sutil belleza. Ellas como cada una de las casi diez mujeres que están presentes; usan vestidos que entuban sus cuerpos o faldas y blusas, en colores y diseños de moda, zapatillas. Lo normal.
Sus “estilos” no le atraen en lo más mínimo a Gabo, pero le gusta charlar.

—Si esta es buena. —afirma el moreno al escoger una botella con una amplia sonrisa.
—Así que… eres del distrito federal. Genial —una chica castaña acorta la distancia, y pasa su mano por su pecho con esas uñas de acrílico brillantes.
—Eh, si… —en su voz resaltan sus nervios.

En el momento que sus ojos captan la presencia de su pareja; Grey. Quién inesperadamente ha aparecido en la puerta a punto de entrar al jardín, y pasa su mirada a su entorno como buscando algo. Con esa ropa negra, y de aspecto rudo, rebelde. ¿Cómo no reconocerla? Su cabello rubio pálido, y su intenso maquillaje. Es tan llamativa, e inconfundible.

—¿Grey? —apenas logra articular.

La canadiense que radica desde hace años en México viene directo a él, con una mirada que dice “Te mataré”.  Un temblor controla el cuerpo de Gabo y las chicas enarcan sus cejas viéndolo interrogantes, confundidas.

—Será mejor que se vayan. ¡Váyanse! —les sugiere el joven.
—¿Qué? —pregunta una de ellas, con una mueca.

Grey empuja a dos chicas que caen fácilmente al suelo y a la que había tocado a Gabo recibe un golpe en su cara, que la derrumba al piso. Acto que atrae la atención de todos, entre ellos José y Arturo.

—¿Cómo pudo entrar? —Cuestiona José con una copa casi llena en su mano y sin inmutarse.

Entretanto, Arturo no puede con su risa. La chica le parece divertida. Ricardo y Jorge, siendo los más pacíficos y conscientes, intentan ir a tranquilizarla, pero Grey les dice “Largo, ni se acerquen” con sus ojos azules. Y así lo hacen, dedicándose solo a ayudar a las chicas afectadas.

Con sus brazos cruzados y alzando una ceja observa a su pareja con desaprobación.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías a esta estúpida fiesta?
—A ver, tranquila linda ¿sí? —sonríe y toca su hombro.

Grey sujeta la mano que ha tocado su hombro y tuerce su brazo provocándole un grito y quejidos. Lo suelta y vuelve a cruzarse de brazos, arrugando el ceño.
La música sigue sonando pero casi todos los invitados, no pueden evitar contemplar la escena que se desenvuelve. Unos ríen, otros se asombran. Esa mujer está completamente loca.
Una de las chicas que Grey empujó, va con José.

—Pepe haz algo. Córrela de aquí. ¿Qué diablos le sucede? —voltea a verla— Es una “friki”
—Esta es mi casa. Ese es mi amigo —señala desde lejos a Gabo— Y esa Friki es su novia. Si no te gusta… vete. Nadie te obligo a venir.
—¿Qué?

José lleva la copa a sus labios cerrando sus ojos con tranquilidad y desdén.



—Eres un idiota. Prometiste ver anime conmigo esta noche. Y te desapareces sin decir nada.
—Perdón, perdón. —baja su mirada avergonzado.

Sabe que tiene muchos ojos encima.

—¡Nunca quieres hacer conmigo, nada de lo que me gusta!
—Sí, sí lo sé. Perdóname. —mira su rostro— ¡Ah! ¡Ya se! ¿Y si vamos mañana a Itadakimasu? Y te dejo comer todo lo que quieras ¿Qué dices?

La expresión facial de la chica cambio al instante.

—¡Sí! —alza sus cejas y sonríe.
—¡Sí vamos! Bueno… ahora si quieres, vamos a casa. Todavía… —la toma de sus manos y mira sus ojos con esa sonrisa tan peculiar—…podemos ver anime juntos. ¿No?

Esa mirada de Grey, como “aprobándolo” perdonándolo. Lo dice todo para Gabo. Aunque ella no mueva más sus labios.
Al ver que el asunto se arregló, pierden la atención de todos y las chicas se resignan. La que fue golpeada es atendida por Jorge y Ricardo, asombrados discuten si llevarla o no al médico y hacen un esfuerzo, por no involucrar a Grey, aunque fuera algo injusto.

Gabo encamina a Grey a la puerta y en el camino, la canadiense pasa cerca de un chico que come una pieza de carne sentado con sus amigos en una mesa de jardín. Y ella le roba su carne.

—¡Hey! —protesta el chico al verla y lo deja pasar. Solo es carne.

Hipnotizada por el filete como si tuviera mucha hambre, continúa caminando tranquilamente junto a Gabo, quien pasa su brazo sobre los hombros de la chica, viendo como empieza a devorar la pieza de carne.
Para muchos parecerá una loca, una rara, una…
Sin embargo, para Gabriel es como una diosa que no pertenece a este patético e insignificante mundo, una mujer única, e irrepetible. El amor de su vida.



La mesa de la pareja es servida y llena de platillos, bocados, bebidas. A gusto de Grey. La chica expresa su alegría en silencio pero se puede ver en su cara. Y empieza a degustar sin esperar a Gabo, el apenas recuerda como coger los palillos, ahora tiene que recordar cómo usarlos.

—Creí que nunca me volverías a traer aquí.

Habla con voz ahogada, aún tiene comida en su boca. Parece disfrutarla y no importarle si se ve bien o mal. Es evidente su falta de modales.




Usando un cucharón. Victoria sirve uno de los platillos que debe llevar a una mesa. Siempre con una sonrisa intacta, fresca. Pasando como un fantasma por sus compañeros y compañeras. A pesar de que ella los saluda y sonríe cada que puede. Ellos la ignoran, no le dirigen la palabra, como si no estuviera ahí. Pero ya está acostumbrada a que Akiva sea el único que le presta atención, el único que le muestra afecto, en todo el mundo. ¿Afecto? Para nada… solo es su responsabilidad como él dice.
Cargando en sus manos, con porte, esa bandeja para llevar el pedido. El cual, entrega muy cerca de la mesa en donde  Gabo y Grey conversan al comer.
Siendo servicial les ofrece una reverencia a los clientes atendidos, pronunciando en tono agradable “Que disfruten sus alimentos” Sin faltar una sonrisa, que al contrario de sus compañeras le sale muy natural. Involuntariamente voltea a ver la otra mesa antes de irse con la bandeja vacía.
Un momento… Su memoria fotográfica empieza a trabajar…

Enseguida recuerda sus rostros emocionados al darles las galletas de la suerte, y el rostro de aquel chico que se veía muy serio, ese mismo que la defendió de su esposo. Son dos de los “clientes nuevos” Últimamente no ha visto nuevas caras, todos los que frecuentan el establecimiento ya son muy conocidos.

Sus grandes ojos color avellana se clavan en esa pareja. En efecto, son “amigos” de ese hombre.

“Déjala en paz…” Viene a su mente junto con la imagen de su rostro, con esas facciones duras y esa voz ronca.
La sensación de “necesidad” que surge en ella es incontrolable. Debe preguntarles por él. Quizá el hoy no ha venido pero, es seguro que se conozcan.
¿Será muy atrevido? ¿Por qué la empieza a atacar un “impulso”? Para ir hacia ellos. No… no puede hacerlo. Romperá con la ética de su trabajo, va en contra de todo, del reglamento, de su persona. Ella no es así, jamás se atrevería. Es decir… es una total desconocida para ellos, quedara como una rara.

Su respiración se acelera. Una respiración entrecortada a causa de su asma, sus pulmones se contraen, produciéndole un dolor soportable, pero incómodo.


«¿Qué está pasando conmigo? ».     












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1 comentario:

  1. Pepe me cae bien ;D Ahhh!! por diooos! ame todo este capitulo fue muy buen oAsdfgsdf me hubiera gustado que pepe golpeara bien a el estupido esposo de vicky ¬¬ jaja
    ajajaja Gabo mejor no se involucro en la charla de cuando vieron a la viejas esas aww CUTE
    ajajajaja sin duda la parte en la que llego Grey fue genial y me encanto,todo con cara de WTF? arturo riendose,Pepe valiendole madre y gabo asustado y la chica que lo toco golpeada jajaj y jorge y ricardo querian detenerla o.o hubieran batallado (??) para detener a Grey se necesitan como 5 hombres contra ella Adfgsd que bueno que no hicieron nada,ajajaj aww gabo es bien lindo :3 le es fiel <3 es un amor <3 jaajaj Gabo mejr se fue de la fiesta y se fue a comer con grey y luego a ver anme !!! *__* es es MUCHO MEJOR que estar en una de esas fiestas aburrida -.- Grey sabe cmo divertirse (??)

    Akiva es tan asdfgfsdfghgfdsdfghgfdsdfg <3 liiindooooooo awww!!! :D y la tonta de vicky no se cuenta de que le gusta D: por eso es asi con ella :\
    siii que Vicky hable con Gabo y Grey para preguntarle sobre pepe Afdngcgk D: le esta doliendo el pecho tora ves? que le pasa? D:
    ah estuvo muuuy genial espero el que sigue adsdfgsdf

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